El coronavirus ha cambiado el aspecto de las ciudades. Se han cerrado tantos negocios que hay algunos lugares que parecen otros totalmente distintos. Solo hay que mirar el centro de Madrid, que ha evolucionado tanto que resulta irreconocible en algunos de sus tramos. Sobre todo, lo que se ha podido ver es la expansión de los supermercados.
No se puede juzgar a los propietarios de locales ni a los empresarios. El periodo de confinamiento fue terrible. Muchos de los negocios que, antes de la pandemia, tenían el pan asegurado, se metieron en un agujero negro del que era difícil salir. Los restaurantes, por ejemplo, o las salas de cine, llegaron a ese punto de inflexión en el cual no sabían cómo seguir haciendo caja para garantizar la supervivencia.
Por ello, se procedió a echar el cierre. La persiana se bajó de muchos de los restaurantes de toda la vida, los locales cambiaron de aspecto y, en su lugar, aparecieron supermercados. Era el negocio más obvio. Todas las familias necesitaban seguir haciendo la compra y asegurarse de tener suministros para pasar esos momentos tan duros.
Hay quienes optaron por el comercio online y muchas familias que tomaron la decisión de estrenarse por primera vez en esa forma de comprar. Pero eso no impidió que los supermercados físicos fueran una excelente oportunidad de inversión.
En lugares muy famosos de la capital, como la calle Fuencarral, desaparecieron salas de cine y algunos restaurantes que habían estado muy de moda. En su lugar abrieron supermercados. De grandes dimensiones, debido a la amplitud de los locales, sobre todo los que habían sido un cine, y con gran variedad de productos. La posibilidad de dar servicio en tiempos de pandemia animó mucho a los vecinos.
Eso sí, ahora que acaba el periodo crítico, queda la duda de si el paisaje permanecerá de la misma manera. Las calles tienen un exceso de supermercados y faltan locales de interés general. Habrá que ver cómo avanza la situación en los próximos meses.