Menudo giro de efecto que se ha marcado Netflix. Nadie pensaba que la plataforma optara por entonar su lado más Sálvame para asegurarse una posición de liderazgo en el mercado del streaming. Ahora que muchos de sus suscriptores fieles les han abandonado, en Netflix encuentran una manera distinta de poder sobrevivir.
Netflix ha apostado fuerte y ha ganado. No siempre salen las cosas como se planifican, pero a ellos parece que les ha salido incluso mejor. Hace un tiempo comenzaron a apostar por un tipo de programa dirigido al pueblo, al espectador de Sálvame, al que busca la chicha y la limonada.
Dejaron las producciones sesudas, las superproducciones, el factor Hollywood. Sabían que eso significaba dos cosas. La primera: que los cheques que tenían que emitir a las estrellas eran menores. ¿El dineral que ganaba Will Smith? Con esa paga podían rodar una serie entera con actores desconocidos. La segunda: que podían producir cualquier chorrada que se les ocurriera con tal de que tuviera chicas, cuerpos, carne, morbo, sexo, citas y cualquier otro término relacionado.
Pero, como decíamos, la jugada les ha salido de muerte. Solo hay que ver el top 10 de Netflix en España para comprobar que la decisión ha sido magistral. Ese tipo de contenido sin consistencia y dirigido a generar reacciones virales, es lo que está entre lo más visto.
No es que hable bien del tipo de suscriptor actual de Netflix, pero es lo que hay. Muchos de los antiguos suscriptores se han marchado a Disney Plus, como los que se suscribieron en su momento por Daredevil o Jessica Jones. Otros aguantan con la esperanza de que esto mejore. Pero la pérdida de suscriptores continúa, mientras, al mismo tiempo, ganan otros.
A Netflix, decantarse por la filosofía Sálvame, les ha ido bien, pero posiblemente no es algo que puedan hacer entidades de mayor renombre. ¿Disney? ¿Warner? ¿Paramount? Difícil. Por eso ha sido una buena decisión.